
Hoy trabajamos "la Danza" y dos de sus componentes, lo dionisíaco y lo apolíneo, entendiendo que éstos no están desligados sino, que por el contrario, conforman una unidad. Lo que nos interesa es remarcar cómo en las diferentes culturas a través del tiempo estos dos elementos, que estaban en un principio unidos, se empezaron a divorciar, rescatando lo apolíneo, que vamos a explicar ahora, y dejando más de lado a lo dionisíaco. Pero nuestra intención es demostrar que en la danza siguen sobreviviendo y conviviendo ambos.
Para contextualizarnos un poco, Dionisios es el dios de la vid y de la yedra, del delirio, del entusiasmo, del éxtasis, de la danza, de la tragedia y de las fiestas. Nace de la relación entre el padre de los dioses, Zeus, y una mortal, Semele, fue perseguido como bastardo por la mujer del primero, Hera y custodiado en secreto por mujeres en el bosque. Dos veces nacido, muerto y resucitado por la re-unión de sus fragmentos, tiene en séquito de seguidoras denominadas bacantes que a través de los sucesos de sus vidas muestran fidelidad incondicional al Dios y quienes en sus encuentros desarrollaban las danzas extáticas. Se relaciona amorosamente con Afrodita y se enfrenta contra aquellos que no reconozcan sus ritos. Cuando Ariadna (del mito del Minotauro) es abandonada por Teseo en la isla de Naxos, Dionisios la rescata y contrae matrimonio con la joven virgen, con la cual asciende al Olimpo.
Por su parte, Apolo es el dios de la luz, de las artes plásticas y poéticas, de la medicina, la ética y de las imágenes oníricas, por lo que preside el oráculo de Delfos. También producto de la infidelidad de Zeus, es reconocido olímpicamente al vencer a la serpiente Pitón.
A partir de la antítesis de estos dos dioses, Nietzsche analiza toda la producción artística en lo que fue su tesis de graduación, que le costó una gran reprobación en el ámbito académico de su época, ambito influenciado en ese entonces por el pensamiento de Descartes, acompañado por una fuerte tendencia artística de carácter conservador.
Nitzsche decía que en el ditirambo dionisíaco, que es la danza que le rinde culto a este dios, el exaltado es excitado hasta la intensificación suprema de todas sus capacidades simbólicas: algo jamás sentido aspira a expresarse, sobreviene el aniquilamiento de la individuación, las representaciones concominantes llegan hasta el símbolo en una humanidad intensificada y son representadas con la máxima energía física por el simbolismo corporal entero a través de la danza. El autor propone el término embriaguez para referirse a este estado de exaltación de los sentidos.
Por el lado de Apolo, lo vincula con la analogía onírica, en tanto dios de todas la imágenes figurativas. Podría denominarse al propio Apolo como la magnífica imagen divina del principio de individuación, desde cuyos gestos y miradas nos habla todo el placer y sabiduría de la apariencia, junto con su belleza.
De hecho, Nietsche termina conclulyendo que mediante un milagroso acto metafísico de la voluntad lo dionisíaco y lo apolíeno aparecen mutuamente emparejados, y de este apareamiento generan en último término la obra de arte, tan dionisiaca como apolínea.
Creemos que cuando el autor habla de danza se acerca más a un ideal perdido desde el origen mítico de la misma que anhela que se restaure y actualice en el futuro. Está perdido por la desnaturalización que generan por un lado las propuestas artísticas de su época, fin de siglo XIX, que en el caso de la Danza acentúan los lineamientos y valores apolíneos representados por la Danza Clásica primero y por la sistematización automática de la Danza Moderna posteriormente, ambos reprimiendo los impulsos dionisíacos. Por el otro, por aquellas manifestaciones populares que, reivindicando lo dionisíaco, no proponen producciones artísticas de escenario por su tendencia a minimizar la construcción apolínea, perdiéndose en lo efímero que de por sí constituye la danza y sin intención hacia la recepción.
Por nuestra parte, consideramos que la danza es una expresión integradora, y por eso entendemos que responde a la necesidad de conciliar los dos aspectos tratados. La integridad tiene que ver, por un lado con el propio cuerpo (principio de individuación apolíneo), pero también reconociendo y fomentando la danza propia a través de la expresión de emociones (carácter dionisíaco), y ambos se conjugan porque la persona se construye en lo social y, en nuestro caso, a través de la obra de arte como medio de comunicación, a partir de los cual la misma se convierte en la relación entre ambos
Si bien en la danza existe la idea de la libertad y el derecho de expresarse dionisíaca, también respeta códigos estéticos para el escenario que la encuadran asimismo con lo apolíneo.
Alejandra Santoro y Estefanía Romano (AM Onda Latina)
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