

El folklore como expresión cultural popular se puede presentar desde dos vertientes: por un lado la de la resistencia, que es llevada a cabo por el sector popular como una forma de mantener y conservar sus costumbres, sus tradiciones, y a su vez como una expresión que hace referencia a sus reclamos de clase; por otro lado, nos encontramos con que es imposible definir y conocer esta música popular si no es por medio de la cultura letrada, que es la que la rescata pero tomando los elementos que le sirven y dejando de lado otros propios de la subalternidad, para construir la mirada de la historia que más les convenga.
Es decir, que lo popular nunca se escribe por sí solo, sino que siempre es escrito por una clase que cuenta con las herramientas necesarias (educativas) y que aprovecha el lugar y la posición en la cual se encuentra para transmitirnos una visión de lo que “es el folklore” y los géneros populares en general. No sólo se conforma, de esta manera, una ideología sobre lo popular hablada desde lo letrado, que es prácticamente la única que nos llega ya que la cultura popular, aunque pocas veces lo tengamos en cuenta, ha sido silenciada, museificada, se han borrado sus elementos más protestatarios, por lo tanto no tiene voz propia, siempre ha sido contada.
Un ejemplo claro y conocido de esto último lo representa el mismo “Martín Fierro”, de José Hernández, poeta, político y periodista argentino, nacido en el seno de una familia de clase media-alta. La primera parte del libro, “La ida”, considerado como libro nacional de la Argentina, la figura del gaucho aparece como rebelde, como gaucho matrero, fuera de la ley, reclamando por sus derechos, su tierra, perseguido por la policía, exhausto pero valiente, siempre luchando por defender su condición de “gaucho”. En cambio, vemos como en la segunda parte, “La vuelta”, hay un cambio brusco en la composición de la figura del mismo, ya que ha José Hernández se le encomendó para esta segunda parte amenizar las características del gaucho, y por lo tanto nos encontramos con un Fierro reflexivo y moderado, perdiéndose de esta forma la idea de la lucha del sector popular, y todos los elementos conflictivos que ésta implicaba, como si los gauchos realmente hubiesen sido “bien vistos” por el resto de la sociedad.
Para concluir, la resistencia, que describe la posibilidad de que sectores en posiciones subalternas desarrollen acciones que puedan ser interpretadas como destinadas a señalar o modificar la relación de dominación, queda anulada por el rescate parcial e intencional que hace la cultura letrada de las expresiones de estos sectores.
Santoro Alejandra y Romano Estefania ( Columna- Onda Latina)
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