miércoles, 16 de febrero de 2011

"...Y otra vez Primavera"


En esta oportunidad y en relación al programa de hoy, pensamos en hablar de una película oriental que basa su argumento en la temática de la primavera. Se llama "Primavera, verano, otoño, invierno...y otra vez primavera", del director coreano Kim Ki-duk. La película es un precioso cuento taoísta que nos transporta a un mundo de iconografía oriental en el que se enmarca la historia de un aprendizaje que se desarrolla en las cuatro estaciones de la vida y cuyo mensaje es muy claro: el deseo de posesión lleva en sí mismo la destrucción de lo que más querés. La idea que subyace es que nadie es inmune al poder de las estaciones ni a su ciclo anual de nacimiento, crecimiento y decaimiento. A la vez que las estaciones se suceden, todos y cada uno de los aspectos de la vida son atravesados muy intensamente. Nadie es capaz de evitar los avatares de la vida, los deseos, el sufrimiento y las pasiones. Trata de que bajo la atenta mirada de un monje anciano, uno mucho más joven experimenta la pérdida de la inocencia, con la llegada de una mujer a su particular mundo de paz y tranquilidad. La mujer va a despertar en el hombre sentimientos hasta ese momento desconocidos, como el amor, los celos, la obsesión, el precio de la salvación y la sabiduría obtenida a través de la experiencia.

Lo que nosotras queremos rescatar de la película en relación con la primavera es cómo en la naturaleza, el proceso de aprendizaje es cíclico, y atraviesa diversas estaciones: el encuentro con el dolor, la pérdida de la inocencia, el nacimiento de la sexualidad y el instinto de posesión, la aceptación de la caída, la purgación y la ascesis. Todo este camino de iniciación puede leerse también como un proceso alquímico, por el cual se accede a la purificación e iluminación: la materia prima debe llegar al estado de negritud o ennegrecimiento y putrefacción, para atravesar después las fases de blanqueamiento y purificación a través de los cuatro elementos, hasta que esa materia transmuta al estado de perfección o sublimación.

El film entonces habla acerca de la evolución personal, de la circularidad temporal, sobre la marginalidad y de cómo la violencia subyace en las formas menos pensadas. Por ejemplo, el chico, en vez de seguir las instrucciones de su maestro que le había pedido que aprenda a diferenciar las hierbas buenas de las malas, se deja llevar por su instinto y su afán de dominar, y ata a un pez, una rana y una serpiente a una piedra. Esto, metafóricamente, podría significar la necesidad de posesión que tienen las personas, cuando la enseñanza de la película está en que la verdadera libertad aparece cuando nos desaprendemos de las cosas, cuando entendemos que no podemos poseerlas, que nada nos pertenece en sí.

Lo que nos interesa es remarcar el simbolismo que tiene la primavera en la mayoría de los productos culturales, como la película de la que hablábamos recién y otras, el teatro, la literatura, etc., en cuanto a que es interpretada como un estado de cambio, de crecimiento, de florecimiento y de un volver a comenzar, después de haber atravesado cierto aprendizaje con todo lo que éste conlleva.

Otros ejemplos pueden ser la comedia musical "Despertar de primavera", en donde esta estación se relaciona directamente con la iniciación, con la pérdida de la virginidad, como un estado de cambio y de crecimiento para los protagonistas, y muestra cómo la naturaleza influye sobre nuestro lado más pulsional y menos controlable. Incluso hay una película más reciente, que es "La vida de Juno", que es la historia de una adolescente que queda embarazada y se debate entre tener o no al bebé. Lo interesante es que los diferentes procesos de crecimento también están divididos en estaciones, siendo la primavera el momento de dar a luz.

Alejandra Santoro y Estefanía Romano (Columna-Onda Latina)


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