miércoles, 16 de febrero de 2011

Frida y Rivera. Una Pasión sin mesura...




















¿Una pasión en común? ¿Amor o compañía? ¿Admiración o necesidad? Quizás nunca sabremos bien que los mantuvo contiguos tanto tiempo, lo que si podemos afirmar es que cuando se nombra a alguno de ellos, inevitablemente se cae en la mención del otro. Estaban unidos por el arte y la pintura, por creencias políticas y probablemente por una necesidad enfermiza de mantener un vínculo que los hacia destruirse mutuamente y a la vez regenerarse con cada contacto en su mundo interior, expresivo y sentimental.

Estas son algunas de las ideas que nos llevamos de la última muestra Frida-Rivera que se expone de lunes a domingos, de 11 a 21, en el centro cultural Borges. Para la muestra se consiguieron réplicas de pinturas de ambos, pero quizás esta vez sean las fotos y las cartas de ellos las que hacen sentido y nos permiten conectarnos mas a fondo con los artistas.

Las fotos de la pintora mexicana son impactantes, sobretodo para quien no conoce su mirada penetrante, su particular forma de vestir y su inconfundible sello personal: las cejas unidas. Pero más allá de aquella rebeldía que incluye en su forma de vestir contra los patrones de belleza impuestos por la cultura, su verdadera lucha está contra la forma de pensar del momento. Desde temprano decide estudiar medicina, cuestión no muy popular entre las muchachas de la época, se casa joven, con un artista libertino y mujeriego como Rivera y además, decide ser parte del partido comunista, pero lo más sorprendente es que luego de un tremendo accidente automovilístico en el que casi queda paralítica, ella no pierde la fe en si misma. Descubre otra forma de vivir, comienza a pintar y crea sin sospecharlo, a manera de catarsis lo que será un arte nuevo. Crea con sus pinturas un expresionismo crudo, visceral e inconfundible, pinta desde el dolor y pinta de manera completamente distinta a como aprendió de su ex marido, hasta será comparada con los grandes surrealistas.

Frida es vanguardia en persona. Sin embrago algo debe haber detrás de ese hombre gordo e infiel del que estaba enamorada. En la muestra, las cartas evidencian la preocupación de la muchacha por el hombre ausente, las llamadas de atención y la dulzura con que lo llama “Niño de mis ojos” o “Niño de mi alma”. No tan claro lo evidencian las rígidas facciones de Rivera en las primeras fotos, pero ya en las ultimas tomadas por 1980 próximas a la muerte de la artista se percibe un cambio, muestran a un Rivera dulce y compañero, en plenitud con la mujer que lo acompaño tantos años, quien sabe arrepentido..O tal vez no, pero sin duda alguna la ultima foto del recorrido, en el funeral de la gran Khalo en donde su féretro esta cubierto por la bandera comunista, se da a conocer al verdadero Rivera desolado, que adopta el rostro de quien sabe que ha perdido algo muy valioso, parte de si.

Este es un pequeño recorte de lo que la muestra representa entre fotos, oleos y bocetos de dichos maravillosos artistas, efectivamente la misma está más enfocada en sus esencias, en el germen artista que encubaron juntos, en como influyen el uno para el otro en el desarrollo de sus personalidades creativas y en unirlos como movimiento por el resto de sus días.



NOta de la exposición Frida y Diego 2005.
Romano Estefanía

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